domingo, 29 de marzo de 2020

Confitería Ideal

Un sitio vacío. Las mesas y las sillas dispuestas alrededor de una hipotética pista de baile esperan en vano por los comensales.
La gente ya no viene espontáneamente. 
La confitería se llena de gente sólo cuando se organiza la milonga.
Todo está quieto. La guitarra en la vitrina, el sombrero. Una foto de Gardel nos ilustra antiguas visitas del zorzal. Todo forma parte del pasado. El pasado que, como siempre, se resiste a serlo. El pasado siempre quiere ser presente y futuro. En realidad, los que queremos siempre ser presente somos nosotros, los hombres. Aunque paradójicamente ese presente que queremos se encuentra en el pasado.
Justamente el recuerdo es la forma que tenemos de hacer presente el pasado.
Las experiencias que vivimos antaño nos vuelven una y otra vez a nuestra memoria. Condescendiente con nuestros deseos perdidos, la memoria mitifica lo vivido, lo torna a veces heroico, a veces trágico, otras simplemente felices. Es como que la felicidad del pasado es mucho mas intensa que la felicidad actual. Salvo que nuestro pasado sea olvidable.
Quizás se deba al anhelo de conservar todas esas felicidades e ir sumando otras nuevas. Es el fín que tenemos de acumular.
Nuestra felicidad actual, en definitiva, se compone también de la felicidad pasada; y de la infelicidad también. 

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