miércoles, 16 de junio de 2010

Las más romántica de las despedidas

Las despedidas más románticas suceden en las estaciones de tren.
Hace unos momentos acabo de presenciar una.
Ocurrió en la “Gare de Neuchatel”. El, un joven deportista, ella, una hermosa mujer unos cuantos años mayor.
Me bastaron unos pocos instantes para darme cuenta que ninguno de los dos estaba presente en esa estación. Que ambos estaban ausentes del momento de la despedida.
Ella denotaba en su rostro el sentimiento de haber dado todo y haberlo perdido. Ella estaba en el pasado, en los momentos que ya no se repetirían, estaba añorando lo perdido.
El rostro del joven denotaba una cierta satisfacción. Si bien a primera vista se mostraba afectado, en el fondo se sentía orgulloso; había conquistado el corazón de alguien. Había obtenido lo que quería y ahora, ya estaba en el futuro, en su porvenir, imaginando su nuevo destino y un nuevo corazón para conquistar.
Ninguno de los dos disfrutó del momento de la despedida.
Ella le entregó un sobre para que lea lo que no se atrevió a decirle en ese momento, quizás evitando así decir palabras definitivas; como si no decir lo que se siente hace que no ocurra.
El recibió el sobre, lo miró y no se atrevió a abrirlo. Temía ser invadido por el pasado; el era futuro.
Subí a mi tren que, como es de esperar en Suiza, llegó exactamente a las 13,27 hs. Me senté cómodamente escuchando Pink Floyd y dándome cuenta que yo, el observador, había sido la única persona presente en esa despedida.