martes, 2 de abril de 2013

Una mirada diferente


El encuentro fue en una esquina casual.
Hacía ya varios años que se venían clavando la mirada y el azar o el destino evitaban el encuentro.
Una  secreta inteligencia que, indudablemente conocía el futuro, se negaba a que se produjera el momento fatal.
Sin embargo, había algo en los dos que se resistía. Ambos deseaban que se provocara ese momento que sería definitivo.
Hacía mucho tiempo que los compadritos habían abandonado las esquinas. Que éstas no eran el escenario de un duelo. Por eso sorprendía que esas dos almas se empeñaran en un enfrentamiento que seria el primero y el último.
El barrio era tranquilo y para esa época, principios de diciembre, se poblaba de jóvenes que disfrutaban del final de las clases. Las niñas y los niños se reunían para coquetearse mutuamente. Hasta altas horas de la noche. Eran tiempos de inocencia; las puertas de las casas se mantenian sin llave y la única supervisión y medida de seguridad era el alumbrado público y los vecinos que sacaban sus sillas y sillones a la vereda a tomar un poco aire fresco.
Lo que sucedió sólo lo puede referir una testigo de los hechos de la que hoy se desconoce su paradero. Alguna versión indicaba que se había ido a vivir al sur. Realmente no lo se.
Incluso la historia pasó desapercibida para los vecinos del barrio. Sólo algunos memoriosos relatan, de vez en cuando, las miradas fulminantes que se cruzaban entre ambos, bastante antes de ese momento definitivo.
Pasaron treinta y cinco años de ese suceso y hoy se volvieron a encontrar. No fue un encuentro convencional, no podía serlo. La trama secreta de la vida había hecho que se crucen  nuevamente. Treinta y cinco años después.
Tuvieron una charla amistosa. No había rencor en sus palabras. Recordaron si, que treinta y cinco años atrás habían coincidido en una esquina y que uno había había efectuado una oferta que el otro rechazó con un "no", intentando una breve excusa. Si bien no fue convincente, el otro entendió que había miedo, no obstante tuvo piedad y esperó una mejor oportunidad. Ambos creían que iba a haber otra oportunidad. Sin embargo esa oportunidad nunca llegó. Quizás fue lo mejor que les ocurrió en su vida. Paradójicamente para ellos fue el "no" más relevante de sus vidas. Fue un momento que quedará en sus memorias como triste y feliz a la vez.
En ese momento fatal, ellos tenían trece años, desde que estaban en jardín de infantes que se miraban con el amor de niños. Al final él se atrevió y la invitó a que fueran novios; ella por miedo le dijo que no.
Hoy, treinta y cinco años después hablaron del tema. Rieron y descubrieron que otro no podría haber sido el acontecer. Que esa secreta inteligencia que rige los destinos les tenía reservado una inmensa felicidad. Que les había hecho conocer otros seres con quienes habían repetido ese cortejo inicial y con quienes habían dado eternidad a sus almas a través de una hermosa descendencia. 
Ambos rieron por última vez y comprendieron que los hechos de la vida, sean que los definamos como buenos o malos nos dan la oportunidad de abrir los caminos hacia la felicidad.

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